viernes, 21 de marzo de 2008

Time to say goodbye

Mi vida era un coñazo, así que decidí hacerme una escapadita a África. Allí me hablaron de un anciano hechicero muy poderoso, yo por supuesto le quería conocer. No fue demasiado difícil llegar a él, ya que todos sabemos que por un puñado de euros ganas a cualquiera en esas tierras.
Era un hombre anciano, y en su cueva tenia cabezas reducidas, calaveras, ojos, y un sinfín de atrocidades que resultaban curiosas a la vista. Me dijo que si quería vivir emociones fuertes, me inyectase la siguiente sustancia en vena, nada más y nada menos que orín de oso perezoso.

Nada más volver del continente africano, me lo inyecte. Al cabo de unos minutos todo a mí alrededor empezó a descomponerse y yo sentía que mi fuerza aumentaba. Salí y a la calle y estaba todo vacio, sin embargo escuchaba gemidos a mi alrededor. A lo lejos aparecieron figuras tambaleándose, cuando se acercaron pude reconocer sus caras, eran famosos convertidos en zombis, lo realmente maravilloso es que casi todos me caían mal. Me arme de la réplica de Tizona que me dieron en mi comunión, y empezó a dar mandoblazos. Rebane cuerpos a mansalva. Desde el niño pequeño odioso de los serrano junto con su abuela idiota que me pone nervioso, hasta la superheroina desfasada de la Milá. Entre medias, estaban Eva H, Almodóvar, Serrat, Ana Belén, Víctor Manuel... Disfrute como 1 niño eliminando aquellos zombies.

Cuando volví en sí, aparecí en medio de un gran centro comercial, cubierto de sangre, y con una cuchilla de afeitar en la mano, a mi alrededor cuerpos sin vida con el cuello rebanado, pero no eran zombis si no personas de verdad y que no conocía, y una multitud de gente mirándome alrededor atemorizada. En ese momento me di cuenta que igual la había cagado un poco.
Me condenaron a la silla eléctrica, sin saber ellos que mi cuerpo absorbe la corriente y no me produce nada más que cosquillas. Yo accedí a esta ejecución por tal hecho, y porque sabía que si resistes 3 descargas te dejan libre. Tras la ejecución fallida, lo máximo que obtuvo mi cuerpo fue una erección continuada, ante la incredulidad de tantos que ansiaban mi muerte en esa sala.

Salí a la calle dispuesto a convertirme en un pescador de baja altura, y vivir feliz el resto de mis días, sin embargo a las afueras de la penitenciaria me esperaban una multitud, lo raro es que me adoraban, me veían como un nuevo dios y hasta llevaban camisetas con mi silueta. Supongo que había entrado en la historia como otro asesino adorado, igualando casos como el de Charles Manson o el Che Guevara. Escribí un libro que fue un éxito, y con lo que gane lo invertí en soja. No me puedo quejar la verdad.




En fin, me retiro una semana a meditar a tierras lejanas, así que no cuenten conmigo en unos días.

Cuidense todos



Video de hoy: Jugad limpio o si no se os castigara:

No hay comentarios: